Caravaca de la Cruz es una población de origen medieval de unos 16.000 habitantes (27.000 en su término municipal) situada en la Comarca del Noroeste de la Región de Murcia, en un territorio montañoso de notable valor paisajístico y cultural. Su fisionomía urbana deriva de su primitiva situación geoestratégica y la progresiva apropiación y domesticación del territorio circundante para el cultivo agrícola de regadío.
Esta circunstancia, favorecida por un envidiable sistema de acequias que redistribuían el agua procedente de las montañas próximas, contribuyó a la conformación de un paisaje de notable valor natural, histórico y cultural, principalmente a partir del siglo XVI. En esa fecha se convirtió en sede de una vasta Encomienda Santiaguista atrayendo a numerosas órdenes religiosas que, con sus fundaciones, también condicionaron la estructura urbana.
A partir de la segunda mitad del siglo XX su tejido edificado experimentó un rápido crecimiento, no bien planificado ni dirigido, basado en el modelo anglosajón de la creación de ensanches y la zonificación de usos, que descuidó peligrosamente los ejes de comunicación generando graves problemas funcionales, dotacionales y paisajísticos.
La alteración del espacio físico ocasionada por este descontrolado e insostenible crecimiento, que ha multiplicado exponencialmente el tamaño de la población aun manteniendo prácticamente invariable su número de habitantes desde 1950, derivó en una manifiesta pérdida de identidad de su esencia histórica y su marcada relación visual y económica con el entorno natural. Con ello, no sólo ha agotado sus recursos y degradado su paisaje cultural y natural, sino que, además, lastra el despliegue de estrategias futuras orientadas a mejorar su calidad e identidad como ciudad.
Este trabajo tiene por objeto identificar aquellos componentes cualitativos materiales e inmateriales, hoy muy diluidos, de esta población que, a lo largo de la historia, determinaron sus rasgos urbanos, culturales y paisajísticos más distintivos.